Sinopsis: Liliana y Andrés son un matrimonio joven que decide aventurarse en el mundo swinger, ¿Podrán sobrevivir a sus celos, inseguridades y temores?
El matrimonio fue creado como una institución de control, eso dicen muchas personas expertas y puede que haya algo de verdad en ese argumento, lo que también creo es que darle un giro puede ser lo que necesitamos para pasar del control, a lo humano. Una forma de hacerlo es tomando decisiones que nos encaminan a explorarnos y reconocernos como seres humanos, ¿Y qué nos hace seres humanos? Nuestras experiencias, incluyendo aquellas que no contemplamos en un inicio porque la sociedad nos dicta cómo comportarnos. Por eso hoy quiero contar la historia de unas amistades que tengo por ahí...
Son jóvenes, tienen 32 años, se casaron a sus 29 años de edad, pensando en cómo decorarían la sala, en los viajes que harían, en los retos que enfrentarían, en la administración conjunta de sus bienes y por supuesto, en cómo llevar una vida sexual satisfactoria fuera de toda norma. Sus aventuras son verdaderamente alucinantes, me da algo de pena admitir que en un par de ocasiones me ha excitado escuchar lo poco que me cuentan, pero sucede y supongo es algo humano después de todo admitirlo. En fin, son una pareja atractiva cuyas ganas de explorar los orilló a asistir a una fiesta casera de una amiga que les había prometido diversión y muchos orgasmos.
La monogamia es una de las tantas normas o condiciones que ambos quisieron cuestionar, por ello aceptaron asistir a aquella fiesta en donde las parejas iban con toda la disposición de probar cosas nuevas, pero también a personas nuevas. El acuerdo era mutuo y los términos estaban claros: El sexo no tenía porque intervenir con el amor y viceversa, ambos podían converger. Y así fue.
Al llegar no sabían qué esperar… Los recibió una de las otras invitadas para tomar sus abrigos y guardarlos en el clóset, después ella les indicó que podían observar al principio y que cuando se sintieran en comodidad total, podían involucrarse con otras personas invitadas siguiendo las reglas: Todo parte del consentimiento.
En la sala había dos parejas: Una mujer de unos 40 años con su esposo, de la misma edad más o menos; la otra pareja era de una mujer que se veía muchísimo más joven, de unos 25 años y su pareja un poco mayor que ella. Ambas parejas cogían rico, ellas se sabían mover, ellos sabían complacer; gemían sin pudor, sus cuerpos estaban expuestos sin vergüenza ni temor a los prejuicios de quienes observaban aquel espectáculo, de pronto, cuando menos se lo esperaban, intercambiaron de parejas; sus cuerpos rebotaban y se escuchaba como decían sus nombres. De pronto, las dos mujeres comenzaron a besarse, a tocarse los senos, a darse nalgadas, se veía que ambas gozaban de mirarse la una a la otra.
Liliana y Andrés pasaron a la siguiente habitación: Había una pareja cogiendo encima del comedor, estaban teniendo sexo anal, ella gritaba y trataba de sostenerse de la mesa. Había algo realmente excitante en poder ver y que te vieran. No lo pensaron más y decidieron unirse a ellos. Él se sentó en una silla que estaba ubicada de manera paralela, ella decidió hacerle un pequeño baile mientras se desnudaba lentamente para después sentarse y empezar a montarlo, rebotando, en círculos y él comiéndole las tetas. La pareja comenzó a observarlos, se fueron acercando a ellos, había llegado el momento que habían estado esperando: Intercambiaron y comenzó todo.
Liliana veía a su esposo cogerse a una mujer atractiva, hermosa, con un cuerpo delicioso y Andrés la veía a ella aceptar el pene de un hombre en su boca. Era ver porno pero en vivo con la persona que mayor satisfacción les producía. ¿Qué son los celos cuando solo se trata de disfrutar? Síntoma de las malas enseñanzas de un mundo que teme a dejarse vivir, pero ellos no serían así, ellos estaban ahí para explorar el vasto universo del sexo.
Andrés disfrutaba de cogerse a otra mujer, Liliana disfrutaba de cogerse a otro hombre, ambos satisfechos. Lo hicieron de pie, acostados sobre la mesa, rebotando de silla en silla, de sillón en sillón, intercambiaron con otra pareja. Liliana vio a dos mujeres chuparle el pene a Andrés y Andrés vio a dos hombres chuparle la vulva a su esposa. Era el paraíso.
¿Qué hace que dos individuos tomen una decisión así? No tienen que hacerlo por querer rescatar una relación en mal estado necesariamente, de hecho, su relación siempre ha sido sana y han podido sanar sus heridas del pasado en compañía del otro. Son personas comunes y corrientes que van al super cada fin de semana, que tienen un trabajo, una rutina y deudas con el banco, pero hay algo que les hace totalmente diferentes al resto de mis amistades… Son la definición de placer, comunicación, gozadera. Claro, no todo es color de rosa, pero la cama es una fiesta en donde siempre hay tiempo para experimentar.
En todos los años y de todas las personas que he conocido creo que, sin dudarlo, son quienes más me han enseñado sobre crear una realidad que se adapte a mí, a mis deseos, a aquello que siempre he querido probar aunque me da pavor por lo que puedan pensar de mí, pero si hay quienes como yo, se atreven, entonces debemos ser un montón que viven en el planeta y no lo saben. Yo quiero que lo sepas… Me encanta ver, que me vean, me encanta el sexo y no tengo ningún problema en reconocerlo ahora. El sexo sin limitantes y con posibilidades es el cielo en la tierra.