Amix, somos fieles creyentes que el faje es una práctica erótica a la cual no se le ha dado el valor que merece. Todxs lo disfrutamos muchísimo sobretodo en nuestra adolescencia o en etapas en las que la penetración y otras practicas más genitales no eran opción -ya sea porque no queríamos, o bien por ciertas creencias impuestas, miedos o falta de espacios seguros para hacerlo-, pero una vez que las prácticas genitales fueron parte de nuestro erotismo muchxs nos olvidamos por completo de esta deliciosa y excitante opción de intercambio de placeres: el famosísimo faje.
Antes de avanzar quiero hacer un pequeño paréntesis para quienes no son mexicanos o no están familiarizadxs con este término... Si te quedaste con cara de ¿what? cuando dije "FAJE" a continuación te comparto de qué estoy hablando.
¿Qué es el faje?
El faje, también conocido como petting, es una práctica sexual con fines eróticos que implica el contacto y roce entre cuerpos, casi siempre con ropa, e incluye besos, abrazos, caricias, tocamientos eróticos, todo esto sin llegar a la relación sexual genital. Aunque bueno, es un termino coloquial, por lo que luego cada quien le pone su propia definición 😉.
En este blog quisimos desglosar más a detalle nuestra teoría de que el faje está subvalorado, platicando sobre cuáles son los beneficios principales de mantener esta práctica erótica a lo largo de la vida, para que con esto nos convenzamos de que no se trata solo de algo que disfrutamos mucho en nuestra adolescencia y ya, sino que de hecho, nos aporta un montón de ventajas que muchas otras prácticas sexuales no nos dan (por algo es una práctica recomendada por muchxs sexólogxs a parejas que están buscando reconectar o mejorar sus experiencias sexuales).
Dicho lo anterior, te compartimos ahora sí las ventajas de practicar activamente el faje:
1. Mantiene altos niveles de excitación
Piensa en ese momento en el que nuestro corazón se empieza a acelerar, el flujo de nuestra sangre corre por todo nuestro cuerpo y se concentra en nuestra vulva, clítoris o pene; cuando todo nuestro cuerpo se sonroja, empezamos a sudar y toda nuestra piel se hace poco a poco más sensible a cualquier estimulación...
Al practicar el faje, permitimos al cuerpo la posibilidad de disfrutar por más tiempo y con más detalle este momento, ya que nos mantiene en el beso, la caricia, sin sacarnos de ese punto de placer. Sabemos que a veces puede ser difícil sostenerlo cuando todo nuestro cuerpo nos pide a gritos dar "otro paso" para llegar al orgasmo, pero si logramos equilibrar esa necesidad con pequeñas bajas de estimulación y enfocándonos en lo delicioso que es sentir ese punto al borde de la explosión, les prometo que valdrá la pena la experiencia.
Además, conocer cómo reacciona nuestro cuerpo a estos niveles de excitación puede servir para aprender poco a poco a manejar nuestra respuesta sexual y controlar el pasito antes del orgasmo para incluso intensificarlo (si quieres leer sobre los beneficios de postergar el orgasmo, te recomendamos leer nuestra entrada "¿Qué es el Edging y cómo practicarlo?").
2. Da tiempo a todxs lxs involucradxs para que lleguen a un punto alto de placer
El mantenernos más tiempo en la etapa de la excitación, como lo explicamos en el punto anterior, también sirve para que todas las personas involucradas en este intercambio erótico tengan tiempo de llegar a su momento de sensibilidad máxima, cada unx a su ritmo y con el tiempo que necesiten tomarse, ya que alargamos este momento y vamos escuchando y conociendo la respuesta de nuestro cuerpo.
3. Ayuda a diversificar las zonas de placer
Al mantenernos durante más tiempo en este juego de besos y caricias, y con la respuesta de sensibilización de nuestro cuerpo por estar más tiempo en la excitación, se crean las condiciones perfectas para que exploremos nuevas zonas de placer.
¿Y por qué es importante diversificar las zonas de placer? Sabemos que si vamos directo a los genitales y mantenemos la estimulación en esta zona es posible que terminemos más rápido y quedemos agotadxs, lo que a veces nos orilla a dar por terminado el encuentro. Por eso es necesario buscar estimular otras partes del cuerpo que seguro serán igual de placenteras, y así todo nuestro cuerpo estará receptivo a la estimulación, permitiéndonos disfrutar por más tiempo y de múltiples maneras, sin caer en un guión repetitivo, monotóno y de finales repentinos.
4.Crea conexión
El faje, que a fin de cuentas es exploración mutua, nos permite irnos conociendo en equipo, identificando qué estímulos nos prenden, la intensidad y los ritmos, sin enfocarnos de forma exclusiva en dar placer a sólo una de las partes, pues lo que se busca es lograr fluir y disfrutar a un ritmo común.
Compartir estos momentos de erotismo más allá de la genitalidad y el orgasmo, además de mantenernos en este juego de estira y afloja que potencia el placer, nos permite también conectar más con la otra persona, conocernos mejor mutuamente y crear un ambiente de confianza en el que sepamos que todas la partes están buscando el placer mutuo.
Entonces amix, les prometo que buscar mantener el faje en su repertorio sexual tiene sus recompensas. Pueden mezclar la práctica con otras, probando un faje para empezar y pasar después a prácticas más genitales, como un sexo oral o penetración, no están peleadas, lo importante es darle su tiempo a disfrutar del faje y no verlo solo como un "pre" que tiene que llevarlos a un punto en específico.
Ustedes ¿qué opinan? ¿Practican activamente el faje en sus relaciones? En caso de que sí lo hagan, cuéntenos qué otros beneficios identifican.
También pueden compartirnos alguna experiencia relacionada que hayan tenido y cómo les ha ayudado en lo personal o al compartir placer en pareja. ¡Les leemos acá abajo!