Relatos eróticos

20 Soltera pero acompañada.

Sinopsis: Camila quiere tener una cita con ella misma, por lo que decide ir a un bar totalmente sola. Entre mezcal, risas y coqueteo, conoce a alguien especial. 

 

 

He vivido a la sombra de corazones rotos, de ir saltando de relación en relación, sin darme el tiempo de pensar realmente qué es lo que quiero, lo que busco o incluso quien soy. Por eso he decidido empezar a hacer cosas por y para mí, sin poner expectativas en absolutamente nadie, regalándome tiempo para mí. ¿Alguna vez te has puesto a pensar en cómo salimos en citas con otras personas pero nos cuesta mucho trabajo hacer ese mismo ejercicio con nosotras mismas? Tener espacio propio es vital e importantísimo. 

Para empezar con los ejercicios de autocuidado y amor propio, hice una lista de 20 actividades que debo hacer sola, hoy es el sexto día, toca ir a un bar a tomar mi bebida favorita… Un delicioso mezcal con sal de gusano y tamarindo. El bar es un lugar oscuro, con decoración de la época victoriana, es acogedor y siempre hay gran variedad de personalidades, además de que como es viernes, hay un grupo de rock tocando en vivo. Es algo imperdible. 

Estoy sentada, escuchando al grupo tocando en vivo, disfrutando mi bebida, pensando en lo que me gustaría hacer con mi vida ahora, también me salgo de mi cabeza para observar y escuchar las vidas ajenas de quienes están en las mesas contiguas. Parejas, grupos de amistades, familias, gente que viene a perderse un poco para romper con la rutina; gente que tiene ganas de distraerse y de poder estar en compañía de las personas que más quieren. Yo estoy conmigo y soy la persona que quiero más y porque me quiero, me merezco vivir todo lo que tengo ganas pero no lo he hecho por no escucharme. 

Siento como un hombre me está observando, es un tipo que yo antes hubiera dicho que no es mi tipo, pero hoy no estoy aquí para soltar una lista de demandas, estoy aquí para poder conocer a alguien que no pertenezca a mi círculo y pueda conocer esta versión renovada y feliz mía. Me sonríe, me gusta, se acerca, conversamos. Me siento complacida al decir que es una plática que realmente estoy disfrutando, es todo menos aburrida, ¿quién podría decir que en un bar podemos encontrar personas que resultan interesantes y divertidas? Supongo que es una de esas cosas que me perdí por estar en muchas relaciones. 

Después de un par de copas es más que evidente lo que está sucediendo: Somos dos personas solteras que queremos experimentar, además, Rommy es un hombre extranjero que está en busca de la aventura en un terreno completamente desconocido, lo cual hace todo muchísimo más interesante. Él me dice que podemos ir a su Airbnb, pero antes de eso, me ha enseñado su pasaporte, me ha contado de su familia y me ha preguntado si realmente quiero que suceda algo más, a lo que respondo que sí. Claramente quiero que suceda, claramente me ha gustado. Es mi primera aventura de una noche y estoy lista para vivirla. 

No podemos resistir muchísimo más tiempo, empezamos a besarnos en el ascensor, comienza a acariciarme encima de la ropa, siento su respiración y mi nerviosismo se vuelve aún más evidente. El espejo nos refleja y estoy presenciando mi propia escena, es estimulante. La puerta se abre, vamos rebotando de pared en pared besándonos, tocándonos, respirándonos, finalmente llegamos a la puerta del departamento que ha rentado y al cerrarla dejamos atrás la ropa. Estoy absolutamente desnuda, viendo a través de un ventanal que va del techo al piso, veo mi silueta y veo la suya aproximarse. 

Comienza a masajear mis hombros, dirige sus manos a mi clítoris, me susurra que quiere cogerme, que quiere tenerme, que mi cuerpo es delicioso y que muere por sentirlo todo. Me acuesta sobre la mesa del comedor y comienza a lamerme completa mientras suelta pequeñas respiraciones, la yema de sus dedos se pasea por mis pezones, ¡Tenía tanto que nadie lograba ponerlos así de erectos! Mi vulva comienza a humedecerse a tal grado de poder sentir como escurría. Rommy comienza a chuparme la vulva, usa su lengua de arriba hacia abajo, en círculos, lento y luego rápido, es un juego de movimiento que me estaba haciendo sentir cosquilleo de placer, después comienza a rozar su pene con mi vulva, lo mueve de adelante hacia atrás, con todo y el condón puedo sentir su textura, su grosor, su calor. 

Antes de continuar decido levantarme y ponerme de rodillas para poder introducir su pene en mi boca, él está excitado viendo mis ojos, sintiendo mi lengua ir en círculos, dejar que llegue a mi garganta. Hago movimientos con mi boca, lo hago más rápido, él comienza a gritar mi nombre y pedirme más, me está gustando demasiado ver sus gestos, quiero complacerlo como él acababa de hacerlo conmigo. Me detiene y me pone de pie, me lleva a un sillón que tiene una vista impresionante a la ciudad, abre el ventanal, quiere que el mundo sepa que estamos cogiendo. Me pongo en cuatro y dejo que comience a penetrarme duro, siento todo rebotar, sus testículos, mis nalgas, mis tetas, volteo a verlo y toma un brazo mío para ponerlo en mi espalda y poder ver con más detalle cómo reboto, mi cara de placer, escuchar mis gemidos que le pedían más, que decían su nombre. 

Al cabo de unos minutos estamos por terminar, todo va más rápido y le pido que termine en mi culo. Sale de mi vagina y comienza a masturbarse durante unos segundos, después siento su semen caliente en mis nalgas y espalda. Todo ha terminado, pero para mí apenas es el comienzo… 

Al haber decidido vivir la aventura me dije que sí, que sí existen otras personas, que existo yo sin necesidad de nadie, solo de disfrutar y gozarme a mí en compañía, a solas, como sea. Me despido de él, no hay compromiso de absolutamente nada y hay algo muy liberador en eso… Puedo marcharme sin ataduras, sin tener que partirme en dos, solo tengo que salir de ahí y llevar conmigo los recuerdos ardientes de una aventura efímera.

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